La Provincia
Zaragoza tiene feraces huertas junto a sus ríos, comparte el llano en el Bajo Ebro, con las estribaciones pirenaicas en las Cinco Villas y el macizo del Moncayo, cumbre máxima de la provincia. La variedad de climas, regadíos y secanos milenarios, con tipos de suelos y economías muy dispares, han dado como resultado una herencia cultural de valor impagable, así como recetas, hábitos, costumbres, donde igual se fríe, que se asa o se guisa, porque la diversidad distingue la oferta zaragozana.
El territorio es el primer factor que condiciona la gastronomía; el paso del tiempo y sobre todo el ingenio de los habitantes hizo que de los mismos ingredientes resultaran diferentes platos.
La sutil, pero constante puesta al día de los alimentos y las elaboraciones tradicionales, ha creado un mosaico de sugerentes tentaciones que brotan por todo el territorio provincial. En los últimos años ha emergido un intenso culto por la cocina y la gastronomía, caminando entre la tradición y la vanguardia, todos los días se reinventa el sabor rural.
Prepirineo y Cinco Villas
En las tierras del románico aragonés, arquitecturas defensivas y restos judaicos se extienden bosquetes ricos en setas y hongos, especialmente en el entorno del río Arba de Luesia, que son después materia prima para los delicados patés de Uncastillo. Localidad que endulza a sus visitantes con tortas de manteca, reconocidas con la C de Calidad Alimentaria de Aragón.
Los regadíos permiten cultivar estupendos arroces en Tauste y en Ejea, también con C de Calidad, dando un arroz de grano pequeño, redondeado y con textura perlada. Excelentes son las alubias de Luesia, los embutidos y Jamones de Biota y El Frago.
Los aficionados a la caza tienen en esta zona turística un buen destino deportivo, donde degustar además el vino de la Ribera del Gállego-Cinco Villas, »Vino de la Tierra» en la antesala de la Denominación de Origen.
Moncayo: Tarazona y Borja
En las faldas del Moncayo, un rosario de pueblos pequeños junto a la ciudad de Tarazana conservan la recogida de setas y la elaboración artesanal de patés, mermeladas y quesos, por ejemplo en Trasmoz y Aranda del Moncayo. Con C de Calidad se reconocen los aceites de Borja, Bulbuente y Ambel, donde se degusta además paté de olivas negras.
El reconocido cabrito moncaíno tiene un sabor excelente con las verduras crecidas a las orillas del Queiles y el cardo rosado de Tarazana.
La comida puede acabar con un aguamiel de Aranda, moscatel de Ainzón, vinos premiados de la Ribera del Queiles y una visita a la Denominación de Origen Campo de Borja, dedicada en especial a los cuidados de la uva garnacha. El museo de la O.O. se encuentra en el complejo cisterciense del Monasterio de Veruela en Vera de Moncayo.
Aranda, Jalón, Jiloca
Los tres ríos han surcado tierras duras y sembradas de poderosos castillos, bellas torres mudéjares e historias palaciegas como la de Benedicto XIII, el Papa Luna, en lllueca.
Las frutas de las vegas son mimadas desde el árbol a la mesa como las manzanas reinetas de Bijuesca, verde doncella de Sabiñán o Paracuellos, la dulce Golden de Maluenda y peras de Bubierca. Obteniendo así la categoría de «Fruta protegida».
«En boca del aragonés no hay mal pez» reza el refrán que demuestra el congrio seco de Calatayud y las truchas salvajes del Jiloca. El cordero de rasa bilbilitana le dejará un buen recuerdo al visitante que ha regar su comida con los vinos de la Denominación de Origen de Calatayud, en especial sus afamados rosados.
La bandeja de los dulces en estas tierras se completa con bizcochos de suela de Calatayud, chocolates del Monasterio de Piedra, tortas benedictinas en Illueca y frutas de Aragón en Terrer.
Cariñena, Daroca, Belchite
El sur de la provincia, que linda con Teruel, produce excepcionales vinos reconocidos por la Denominación de Origen de Cariñena, herencia de la villa romana Carae, donde sus habitantes tomaban vino mezclado con miel en el siglo III aJc.
Los puertos de Paniza y Codos deleitan con sus setas a los paseantes, mientras en Aguarón se preparan pollos de corral en la cocina reconocidos con la C de Calidad Alimentaria Aragonesa. Son tradicionales también los productos de la matanza y sus tortas de chichorros. En los campos de Belchite crecen nuevos olivos que producen premiados aceites en Europa, y en Lécera se afianza la producción ecológica de pastas y legumbres.
La herencia sefardí de Daroca se conserva en sus pastelerías, especialmente recomendable es visitar el Museo de la tradicional pastelería de Manuel Segura. En Cariñena se hacen moscatelitos, en Fuendetodos tortas de miel, vino de licor de Aguarón y Almonacid de la Sierra. Y pajarillas, generosos y mostillo en casi todas las localidades.
Bajo Ebro
Donde el Ebro se contonea en el bajo Ebro, la tierra produce excelentes cerezas en Caspe, y melocotones de Maella que son protagonistas de ferias locales. Los aceites de sus olivos saborizan la sabrosa frigolla o fritada de Caspe.
En el Mar de Aragón se pesca la exquisita lucioperca, muy cotizada en centroeuropa y también se come el siluro a pesar de su aspecto. En carnes destacan el cordero de rasa maellana y la matanza del cerdo en Nonaspe que podrán regarse con «Vino de la Tierra» del Bajo Aragón.
La dulcería es amplísima: panadons en Fabara, Nonaspe y Fayón, pastisets y cocas en Mequinenza, torta de balsa de Caspe reconocida con la C de Calidad y bollos de alma en todas las localidades.
Ebro Central
Desde la ribera riojana-navarra el Ebro riega fértiles huertas en Mallén, Gallur, Alagón, Fuentes de Ebro -famosa ésta última por la cebolla dulce con C de Calidad- y Nuez de Ebro con producción de huevos también C de calidad . Borrajas, acelgas, cardos, alcachofas, habas, tomates, espárragos y pimientos forman parte de las sabrosas menestras de Alagón y Alcalá de Ebro.
En las contrastadas tierras monegrinas es excelente el cordero asado y los quesos de cabra de Monegrillo. Otros quesos muy afamados se elaboran en El Burgo de Ebro.
Embutidos y longanizas se degustan en Pradilla de Ebro, Villanueva de Gállego y Bujaraloz.
Los dulces que culminan las mejores mesas son las dulcísimas tortillas de Alagón, culecas en Remolinos, tortas de yema de Leciñena, farinosos en Perdiguera o guirlaches en Alfajarín.